jueves, mayo 24

Hablemos de amor

Según Daisaku Ikeda en su libro “El Arte de ser Humanos” en una relación sana de amor la pareja debe de alentarse mutuamente a cumplir sus metas personales y a la misma vez compartir los mismos sueños y anhelos. De acuerdo con él cada uno debe de aprender las virtudes y cualidades del otro y mantener el esfuerzo por mejorarse y desarrollarse a si mismo. Ningún ser humano declara Ikeda puede encontrar la felicidad si no empieza por cambiarse interiormente, pues la felicidad no nos la puede dar nadie, sino que la tenemos que crear nosotros mismos. De acuerdo con él eso nada más se puede lograr dando máximo despliegue a nuestro potencial interior al desarrollar nuestra personalidad y nuestros valores. John-Rogers es otro autor que ofrece una opinión parecida en “Momentun”, según él, hay que prestarle atención a la “guía interna”, pues es nuestro amor que nos habla y guía. De acuerdo con él si entras en tu mundo interno con amor y mantienes ese amor, puedes vivir con mayor libertad, sin esfuerzo y con mayor movimiento. Él nos dice que cuando elegimos aceptar, apoyar y amar a los demás, al igual que a nosotros mismos, algo se levanta dentro de nosotros y celebra, porque amar es lo que más nos acerca a Dios y que cuando el amor se cruza en nuestro camino nos lo merecemos, pues si no, no se hubiera cruzado con nosotros. Don Miguel Ruiz en “La Maestría del Amor” explica que nosotros somos responsables de todo lo que hacemos, pensamos, decimos y sentimos y que únicamente se puede tener una relación feliz si nos amamos y aceptamos tal como somos. Solamente aceptándonos y amándonos al encontrar nuestra voz interior podemos ser y expresar lo que somos y también aceptar a la pareja tal y como es, pues entonces podemos confiar y de está forma la relación puede crecer. De acuerdo con Don Ruiz el amor proviene de nuestro interior y siempre vive ahí y cuando nos aceptamos tal como somos, aprendemos a querernos y honramos al “Dios que reside en nuestro interior”. De esta manera, al amar al “Dios que reside en nuestro interior”, el amor emanara de nosotros, satisfaciendo las necesidades de nuestra mente y cuerpo y nos liberará para poder amar y ser amados sin miedo y sin necesidades, pues veremos a Dios en cada uno de nosotros. Él agrega que al entregarnos a nuestro Dios Interno, nos entregamos a nuestro verdadero Yo, a la Vida y a Dios y reclamamos nuestra propia Divinidad. Don Ruiz termina diciendo que la felicidad proviene de ese amor que emana de nuestro interior y entonces como el sol, emitiremos luz y amor incondicional siendo seres humanos y Dioses a la misma vez que estamos unidos al Espíritu de la Vida, el cual se mueve a través de nosotros. Sin el amor a uno mismo no puede existir la Fe, que es la entrega total al amor de Dios, con plena confianza. Al respetarnos, honrarnos y aceptarnos a nosotros mismos aprendemos lo que es el amor y entonces nos es posible amar a otros y comprender que también podemos ser amados. Entendemos que nos merecemos el amor, pues Dios nos ama y tenemos fe en Su amor, y con esa fe todo es posible. O sea al poder aceptarnos y amarnos a través del Ser, aprendemos a amar a Dios y entonces descubrimos la fe en el amor, pues el amor proviene de Dios y si Somos uno con Dios ¿Cómo no vamos a tener fe en nosotros mismos, en nuestro amor?, ¿Cómo no vamos a poder amar a otros, si somos uno? y ¿Cómo no vamos a creer que Dios nos lo puede conceder todo? Pero esa fe en el amor, esa fe que Dios nos lo provee todo, no se debe confundir con el estar enamorados, pues el enamorarse de otra persona tiene que ver con una atracción exterior, como la atracción visual o sexual, o con la comunicación, y la compenetración. Ahora sí, si tenemos fe en el amor, el cual significa que las dos personas se aman a sí mismas, y si también hay respeto y confianza entre ellas, ese enamoramiento eventualmente se puede convertir en amor, el verdadero amor basado en la fe en Dios. En “Un Curso de Amor” Joan Gattuso aclara que al reconocer a ese Dios interno como lo describe Don Ruiz, iniciamos el proceso de una identificación más completa con nuestro verdadero “Ser”. Ella explica, que hay que tener fe en el poder, al cual nos hemos entregado y que es más grande que nosotros, el poder del Espíritu Santo o de nuestro Ser o Dios Interno. De acuerdo con Gattuso, al estar alineados con lo Divino o nuestro “Ser Interno” los principios espirituales funcionaran al tener fe en ellos. Esta fe eliminara todas las limitaciones y obstáculos y no habrá problema que la fe no pueda resolver. Al llamar al Espíritu Santo pidiéndole que entre en nuestras “relaciones especiales”, él vendrá, pues el siempre viene cuando es invitado y magnificara nuestra fe. El amor responderá como resultado de esa fe y al estar llenos de ese amor nos concentraremos en vivir como una manifestación de ese amor, dándoselo a los demás desde nuestro “Ser Interno”, desde un nivel tan alto de comprensión, que nuestros corazones se convertirán en canales puros de amor y los milagros se manifestaran por medio de esta fe en el amor. Marianne Williamson en “Volver al Amor” describe al Espíritu Santo, la Divina Presencia, como “el eterno vínculo de comunicación entre Dios y Sus Hijos separados, una fuerza de nuestra conciencia interior que nos libera del miedo cuando se lo pedimos, convirtiéndolo en amor”. De acuerdo con ella la fe que nos da el Espíritu Santo es un aspecto de la conciencia y con esa fe todo se resuelve y Williamson nos da una definición bien extensa de la fe como sigue: “Tener fe es confiar en la fuerza que mueve el universo. La fe no es ciega, es visionaria. Tener fe es creer que el universo está de nuestra parte, y que sabe lo que hace. La fe es el conocimiento psicológico de que el bien despliega una fuerza que opera constantemente en todas las dimensiones. Nuestra disposición a confiar en ella le permite operar en beneficio nuestro.” Tener fe en el amor es confiar en que al entregarnos al amor de Dios, en nuestro “Ser Interno”, todo lo que es para nuestro bien se nos concederá. Es confiar y amar a Dios con entrega total, eso es Fe en el Amor, tener fe que el amor de Dios nos proveerá todo lo mejor. De acuerdo con Williamson “Dios” significa amor y Dios es la fuente de todo bien, por eso el amor que hay dentro de nosotros o nuestra Divina Presencia es la fuente de todo bien. Su opinión es que cuando amamos nos colocamos en el nivel más alto del bien para todos. Por eso debemos aflojar nuestra resistencia al amor, renunciando al control en las situaciones para dejar que Dios sea el que conduzca, pues tenemos fe que él lo puede hacer. Debemos de ver el amor como lo principal en cualquier situación, pues actuar con amor es estar consciente del Cristo Interior, en contacto con nuestra propia Divina Presencia. Para Williamson entregarnos a Dios en cualquier situación es aceptar que él nos ama, que él es simplemente el amor que hay dentro de nosotros, y al entregarnos a él nos entregamos a nosotros mismos, a nuestra Divina Presencia. Esa fe o entrega espiritual a Dios, es un relajarse y sentir el amor en el corazón, una luz interior en cualquier situación. Ella resume que al entregarnos con fe al amor de Dios y pedirle al Espíritu Santo, nuestra Divina Presencia, que seamos sanados, somos llevados a un proceso espiritual adonde afloran todos nuestros problemas para que sean entonces llevados a nuestra Divina Presencia y liberados por el amor de Dios. Por medio de una “relación santa”, la Divina Presencia cambia nuestros miedos por amor. En conclusión vemos que todos estos autores y encuestados describen como se puede llegar al amor a través de la fe, la cual de acuerdo con ellos la encontramos al entrar en nuestra Divina Presencia, en nuestro Ser Interior. Esto comprueba, de que a través de la fe o terapia de fusión espiritual esta fe en el amor se puede recobrar, pues la fe lo lleva a uno a lo más profundo de su Ser Interior, su Divina Presencia a hacer contacto con su propia fuente de luz, acercándonos a la paz, la felicidad y el amor y sanándonos del miedo y el dolor de los problemas, haciendo posible que la persona recobre la fe en el amor.

Beber café mejora la longevidad

¿Beber café mejora la longevidad?.
 
 
Los adultos que beben café, ya sea con o sin cafeína, tienen un menor riesgo de mortalidad que aquellos que no lo consumen. Estas son las sorprendentes conclusiones de un trabajo publicado en la revista The New England Journal of Medicine, después de evaluar los hábitos de 400.000 personas de Estados Unidos.

Los participantes en el estudio eran hombres y mujeres de entre 50 y 71 años que en 1995 respondieron a un extenso cuestionario sobre sus hábitos. Los investigadores, del Instituto Nacional del Cáncer (Washington DC, EEUU), siguieron el historial sanitario y los fallecimientos, en su caso, registrados hasta el 31 de diciembre de 2008. Con estos datos descubrieron que los bebedores de café eran menos propensos a morir de fallo cardiaco, enfermedades respiratorias, ictusdiabetes e infecciones, mientras que esta asociación no fue observada para los casos de cáncer

Los investigadores advierten, sin embargo, que las razones por las que el café hace vivir más tiempo son desconocidas, y quizá podría tratarse de efectos indirectos relacionados con otro tipo de hábitos. "El mecanismo por el que el café protege contra el riesgo de mortalidad no está claro, ya que el café contiene más de 1.000 compuestos que podrían afectar potencialmente a la salud", ha explicado Neal Freedman, uno de los autores. "El componente más estudiado ha sido siempre la cafeína, pero nuestros resultados no varían entre los que beben el café descafeinado y los que lo consumen con cafeína", ha añadido. Otra posibilidad podría ser la forma de prepararlo - expreso, hervido, filtrado... - , un aspecto en el que, según los científicos, sería necesario profundizar en investigaciones futuras. 
 
 
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