sábado, julio 2

Buscando la verdad => Seeking the truth

Una hermosa historia sobre Buddha cuenta que un gran sabio de la India fue a ver a Shakyamuni Sidharta Gautama, a desafiarlo con educación y nobleza a que discutieran sobre la verdad.
En esa época, era tradición que los buscadores de la verdad, tomaban como costumbre argumentar sobre los temas profundos y aquel que vencía  o superaba al otro, en sus conceptos, incorporaba al vencido como discípulo suyo, pero no como algo rayano en la esclavitud intelectual, sino que aquel que había sido superado filosóficamente, se convertía de buen agrado, en seguidor de aquel que podría seguir nutriendo su evolución, como una prueba de sabiduría.
Este maestro que fue a ver a Buddha, lo hizo acompañado de otros 500 hombres que a su vez habían sido derrotados por él y ahora eran sus discípulos.
Buddha lo recibió con su armonía y paz, y asintió a la propuesta; pero le preguntó algo que resultó demoledor.
-”No tengo ningún problema en discutir con usted sobre la verdad, pero hay una pregunta que se impone como básica, ¿conoce usted la verdad? Porque no creo que podamos hablar si usted no está seguro de conocer el tema, o de aseverar que usted vive en la verdad.”
El hombre con absoluta corrección y sentido común, le respondió que él no conocía la verdad, por eso intentaba llegar a un punto de disquisición intelectual con Buda, a lo que Buddha rebatió:
-”Yo conozco, la verdad, vivo en la verdad, respiro la verdad, es parte de mi existencia, yo soy eso, y ella está en mi, de ahí que no tiene sentido hablarle de algo que usted no conoce, sería casi una pérdida de tiempo explicar, algo que va mas allá de toda explicación. Como veo que usted es un genuino buscador, le propongo que se quede dos años conmigo, pero en silencio, solo sígame, esté a mi lado, siéntese a mi lado, perciba, camine conmigo, mire el mismo horizonte, sumérjase en las profundidades de nuestra experiencia con todo lo que existe, y después de dos años, responderé todas sus preguntas, toda duda que usted aun pueda tener, esa es mi condición”
El hombre que percibía la grandeza de la que Buddha hablaba, le contestó inmediatamente aceptando ese desafío, con una frase memorable :
-”He pasado más de cincuenta años por todos los caminos, ganando adeptos, discusiones, pláticas, noches en vela escudriñando la verdad, y por supuesto todavía no la encontré, puedo usar dos años más de mi vida, así que acepto quedarme a su lado”
Y así fue. El hombre permaneció con Buddha, días, meses, un año, y súbitamente, perdió su vieja mente, dejo de focalizar en el tiempo, en el pasado, en el futuro, en sus ansias de iluminarse, de saber la verdad, de discutir con Buddha, de analizar la situación; en un instante quizás planeado por todos los instantes previos, el hombre desapareció, en realidad su cuerpo seguía al lado de Buddha, pero su mente desapareció, se esfumó, se fundió en la totalidad de esa existencia a la que Buddha hacía referencia, cesó su personalidad, sus deseos y anhelos, simplemente apareció su ser, y esa es la verdad, esa es la iluminación.
Cuando pasaron los dos años, de los cuales el hombre había  pedido obviamente conciencia, Buddha  le dijo muy risueño, que el tiempo se había cumplido y que era libre de preguntar lo que quisiera, y que él con gusto lo respondería.
Desde ya el hombre solo sonrió y no preguntó nada, el amor que brotaba de él, ya era todo. Se había iluminado.

martes, junio 28

Incienso

El incienso fue usado tradicionalmente para crear una atmósfera de pureza y fragancia frente al altar budista. El ofrecimiento de fragancias en presencia del Buda es mencionado frecuentemente en muchas escrituras budistas, incluyendo el Sutra del Loto.
En La Soka Gakkai, quemamos el incienso frente al altar durante el gongyo de la mañana y de la tarde como una expresión de sinceridad hacía el Gohonzon. La clase de incienso más comúnmente usado ahora, fue introducida durante el periodo Edo (1600-1868).

Se usa de uno a tres palillos, dependiendo de la medida de su quemador. El palillo de incienso, en otras religiones o escuelas de budismo, se quema en una posición erguida pero es una tradición del budismo de Nichiren Daishonin el poner el palillo de incienso en forma horizontal, con el extremo encendido mirando hacia la izquierda. Esta posición es compatible con el objetivo de crear una atmósfera de tranquilidad delante del altar, y posee al menos dos simbolismos importantes: el primero tiene que ver con que nuestra práctica expresa paridad o igualdad con el Gohonzon: no oramos ni rogamos a un hipotético ser supremo sino a la propia esencia de nuestra vida; otro simbolismo podría ser que, al quemar incienso de manera vertical, cuando caen las cenizas de disgregan o esparcen, mientras que cuando lo quemamos de manera horizontal las cenizas quedan conformando un “colchón” de esas mismas cenizas y de cenizas anteriores. Este simbolismo se relaciona con la Ley de Causalidad, por la cual toda causa produce su efecto y no existe efecto que no provenga de una causa.