miércoles, julio 6

PULIENDO NUESTRAS VIDAS HASTA MERECER LA PAREJA IDEAL


Uno de los sufrimientos de crecimiento más grandes por los que la mayoría de nosotros atravesamos es el proceso de hallar a nuestro compañero ideal.
Muchos encuentran esto tan extenuante, tanto emocional como físicamente, que intentan todo lo que se les ocurre para vencer este dolor. Pero a pesar de sus repetidos intentos, no pueden hacer nada para evitar que esto se transforme en algo crónico en sus vidas.
¿Cómo podemos hallar a la persona correcta en el momento correcto, enamorarnos y valorarnos mutuamente al mismo tiempo? El hecho de no saber cómo actuar frente a tantos factores, criterios y variables tan complejas que intervienen en el encuentro de estas dos personas únicas, aún atravesando una interminables frustración y tormento y luchando a través de incansables ensayos y errores, nos deja a la mayor parte de nosotros, cuando menos, desconcertados.
El éxito en la búsqueda de nuestro compañero ideal aparece entonces como una meta muy ardua y difícil de alcanzar. Pareciera que los afortunados son apenas un puñado entre cientos de miles. Pero aún siendo así de escasa la probabilidad, es alta si la comparamos con aquella de encontrar y abrazar el Sutra del Loto. Veamos qué nos dice Nichiren Daishonin acerca de esta posibilidad:
“Así, encontrar este sutra es tan raro como el florecer de la flor de udumbara, que sucede tan sólo cada tres mil años, o comparable a que la tortuga de un solo ojo encuentre flotando un trozo de sándalo, lo cual ocurre sólo una vez en innumerables e interminables kalpas.”
El Daimoku del Sutra del Loto. WND p 143.
¡Atención entonces!, nosotros como practicantes del Budismo de Nichiren que invocamos Nam-Myoho-Rengue-Kyo, nos hemos hecho acreedores al premio máximo.
Nichiren Daishonin continúa diciendo:
“El octavo volumen del Sutra del Loto de la Ley Maravillosa establece que aquél que acepta y propaga el Sutra del Loto disfrutará de inmensa buena fortuna.”
Entonces, no queda duda de que, como practicantes del Sutra del Loto, hemos heredado esta inmensurable y omnisciente buena fortuna. En tanto realicemos las causas correctas, seamos capaces de manifestarla y disfrutarla. De este modo, si aplicamos la estrategia del Sutra del Loto al cuidadoso pulimento de nuestras vidas, ya nos estamos preparando para reclamar esta buena fortuna que está a nuestro nombre. Y entre las diversas clases de buena fortuna, se encuentra aquella de hallar a nuestro compañero ideal, a pesar de que las probabilidades parezcan escasas.
En la misma carta, el Daishonin señala:
“Cuando el Sutra del Loto fue predicado y la luna de la enseñanza teórica apareció en el cielo, primero alcanzaron la iluminación los bodhissatvas de ojos excelentes, luego las personas bizcas de los dos vehículos y, por último, hasta los ojos ciegos de las personas comunes fueron abiertos.”
Así, con nuestros ojos bien abiertos, la puerta de la sabiduría de Buda, esa sabiduría inherente a la vida humana, también fue abierta. Aplicado a nuestro tema, ¿qué clase de problema es este al que no podemos encontrarle una solución y qué clase de laberinto es el asunto amoroso del que no podemos encontrar un camino directo hacia la salida?
El budismo enseña que todos los problemas y sus soluciones provienen desde dentro de nuestras propias vidas. Por lo tanto, si hemos venido teniendo dificultades en hallar a nuestro compañero ideal, sabemos que es en nuestro interior donde se encuentran en última instancia las respuestas acerca de cómo alcanzar esta meta.
Lo primero que podemos hacer en nuestras vidas es construirnos a nosotros mismos antes que nada.
Nuestro objetivo mínimo debería comenzar por convertirnos en personas dignas de ser amadas. Y el objetivo final es pulir nuestras vidas de manera que atraigamos a los candidatos ideales como imanes llenos de promisorias retribuciones por habernos confiado sus corazones.
Para alcanzar tales objetivos, en primer lugar y antes que nada es recomendable que comencemos una campaña de daimoku para elevar nuestro estado de vida y hacer emerger nuestra sabiduría.
Según el principio de “unidad de persona y su medio ambiente”, a menos que nos elevemos del nivel en el que nos encontramos ahora, siempre seremos presas del consabido medio ambiente conflictivo y de sucesos perturbadores que no son más que el fiel reflejo de nuestro estado de vida.
Una serpiente se aparea con otra serpiente, mientras que un ser humano hace pareja con otro ser humano, una persona cuyo estado se vida se encuentra en el Estado de Tranquilidad, normalmente no buscará una relación con otra persona cuyo estado de vida esté permanentemente en Animalidad o Hambre.
En lo que atañe a nuestro compañero ideal, todos tenemos nuestras condiciones y aspiraciones en mente: si somos humildes y conservadores, normalmente buscaremos a alguien que posea un perfil similar al nuestro.
La mayoría tiende a desear a alguien que es o potencialmente será más elevado que uno mismo, tanto en personalidad y habilidades como en logros o aspectos financieros. Como seres humanos, es natural que adornemos, busquemos y admiremos a personas con cualidades mejores que las nuestras.
Si aspiramos a conseguir a alguien con las mejores cualidades posibles como nuestro compañero para toda la vida, la manera segura de lograrlo es desarrollarnos nosotros mismos hasta lograr vivir según los mismo –o aún más elevados –criterios que aquellos que exigimos de ese compañero perfecto. De esta forma, no malgastaremos nuestro tiempo en vano tratando de alcanzar aquello que está fuera de nuestro alcance. En otras palabras, lo mejor es que primero “reparemos y actualicemos” todo nuestro ser de manera tal de merecer el amor de nuestro compañero ideal. Y para alcanzar este objetivo, la revolución humana constituye la clave fundamental.
¿Somos felices y saludables mental y físicamente?, ¿somos personas positivas, con confianza en nosotros mismos, activos, diligentes?, ¿cuánta fuerza tenemos y qué hemos logrado en la vida que merezca el respeto, admiración y aceptación de los demás?, ¿estamos tratando realmente de aplicar todo nuestro esfuerzo en extraer nuestro máximo potencial con el propósito de avanzar?, ¿estamos transformando nuestros defectos en virtudes con las cuales podamos engalanar nuestra vida para que brille más y más aún?, ¿somos esa clase de persona adorable y amigable que nosotros mismos estamos anhelando encontrar y con la cual convivir?
En su “Carta a los Hermanos”, Nichiren Daishonin nos proporciona una vívida descripción de la estrecha relación que existe entre marido y mujer: “Cuando un marido es feliz, su esposa se siente colmada. Cuando un hombre es ladrón, su esposa también termina por serlo. Esto no sólo es un hecho limitado en ésta existencia. El marido y la mujer tienen una relación tan íntima como el cuerpo y la sombra, como la flor y el fruto, como la raíz y las hojas, en cada existencia de la vida. Los insectos se alimentan de los árboles en que viven y los peces beben del agua en que nadan. Si la hierba se marchita, las orquídeas se lamentan; si los pinos crecen frondosos, los robles se regocijan.” - WND, p 501
En otras palabras, dos personas permanecen juntas, comparten sus vidas o experimentan sus karmas combinados juntos, pero no están juntas sólo por producto del azar. Están juntas por razones concretas. Aquellos que poseen buen karma pueden compartir su buena fortuna con aquellas personas que poseen la buena fortuna de disfrutarlo. Aquellos que tienen un profundo y oscuro karma, sólo estarán junto a alguien cuyo destino –o al menos parte de él –sea igualmente oscuro y pesado. Un hombre tierno y afectuoso no calificará para interpretar el papel de marido en la vida de aquella mujer cuyo karma es casarse con un hombre abusivo. En cambio, él corresponderá a una mujer que posea el buen karma de disfrutar el tierno amor de su hombre.
Por lo tanto, su somos los suficientemente sabios, antes de emprender la búsqueda del Sr. o la Sra. Apropiada, erradicaremos nuestro mal karma y crearemos buen karma primero. De esta manera, nos convertiremos en personas de mejor fortuna. Esto nos ahorrará el atravesar por muchos sufrimientos indeseables y evitables.
Una miembro de la División Juvenil Femenina (DJF), inteligente y hermosa, debió sufrir reiteradamente a causa de su karma de relaciones destructivas. Su karma había sido encarnado continuamente por una serie de jóvenes de un perfil muy parecido, que se sucedían en su vida como si fuera una carrera de postas. Cada vez que iniciaba una nueva relación, ella se sentía tan atraída hacia su nueva pareja que rápidamente le entregaba su cuerpo y su corazón, convirtiéndose así en alguien subordinada por completo a ese hombre. Se había brindado fácilmente a aquellos hombres que buscaban conquistas fáciles. Como resultado, ellos no la valoraban, sino que, uno tras otro, la abandonaban cuando el entusiasmo por la novedad se desvanecía.
Obviamente, ninguno de ellos era el hombre con quien se suponía que compartiera su vida, y su karma volvía a tenderle una trampa en el momento preciso a causa de que carecía de sabiduría para distinguir lo bueno de lo malo. Ella no tomaba conciencia de este gran problema de su karma hasta que se esforzó el cuádruple en su daimoku y en las actividades por el Kosen-Rufu.
Entonces fortaleció persistentemente su fe, práctica y estudio con el objetivo de erradicar su karma de relaciones tóxicas, trabajando también así firmemente en su revolución humana. En su caso, tuvo que forzarse dolorosamente a no saltar rápidamente a una nueva relación hasta que no tuvo claro que no había transformado su vida.
Ella ha encontrado por fin su compañero ideal, una persona completamente diferente de aquéllas con quienes se habían relacionado en el pasado. Ahora puede tratarlo con auténtica ternura ya que existe reciprocidad por parte de él, que le retribuye con más amor y cuidados aún. Sin embargo, esto sólo ocurrió a partir de que ella elevó su estado de vida y cambió su óptica hacia los hombres, pudiendo así reconocer y elegir a este afortunado hombre que armoniza perfectamente con ella.
Tres años de práctica diligente, entre lágrimas y experiencias desgarradoras, fueron realmente duros hasta que pudo triunfar en su búsqueda de erradicar el mal karma de las relaciones, pero fue un esfuerzo bien invertido. Si nunca lo hubiera hecho, hoy todavía estaría tropezando y sufriendo a causa del mismo karma, probablemente por el resto de su vida.
La segunda respuesta que nuestra vida puede dar es elegir sabiamente.
No querríamos arriesgar nuestra felicidad atándonos a alguien sólo porque esa persona está disponible para nosotros, ¿verdad? Si lo hacemos, sólo nos cabe esperar un interminable sufrimiento. El sentirse desesperadamente solo, el temor de que no haya otra oportunidad de encontrar a un compañero mejor o el creer que no merecemos a alguien mejor no son motivos suficientes para mecánicamente desvalorizarnos y bajar nuestras expectativas. Es mejor dejar que el corazón continúe anhelando un gran amor que llenar ese doloroso vacío sin criterio alguno.
También aquí, haríamos bien en transformar antes que nada toda esa energía proveniente de la desesperación, el temor y el conflicto interior en combustible que forje nuestro propio desarrollo.
Echemos una mirada a cómo es una armoniosa y sólida unión ante los ojos del Daishonin:
“El hiyoku es un ave de un cuerpo y dos cabezas. Ambos picos alimentan el mismo cuerpo. Los hiboku son peces que poseen un solo ojo. Por eso el macho y la hembra deben permanecer juntos durante toda la vida. El marido y la mujer tendrían que ser así.”
Carta a los Hermanos, WND p 502.
Una relación ideal debería ser recíprocamente nutritiva. Es muy importante que, con nuestro compañero, nos inspiremos y alentemos, respetemos y valoremos, motivemos y fortalezcamos el uno al otro. Que podamos compartir sueños y esperanzas, que abracemos las creencias y el carácter del otro, que juntos vertamos lágrimas frente a la adversidad y que trabajemos como dos en cuerpo pero con una sola mente que posee objetivos comunes. Que nos aseguremos que ambas partes seamos maduras, sinceras, independientes, auténticas, positivas, protectoras y deseosas de mejorar y crecer.
No nos gustaría vernos involucrados con alguien cuya energía es inherentemente destructiva y obstructiva de nuestra felicidad. Si nuestro compañero en perspectiva tiende a ser dominante o a avasallarnos de manera poco razonable y no nos sentimos seguros de nuestra habilidad para amoldarnos con alegría a una personalidad tan fuerte, apliquemos nuestra sabiduría y sentido común para alejarnos de esa relación. Tenemos que estar atentos y no saltar ciegamente hacia una relación predeciblemente condenada y dolorosa desde el mismísimo comienzo.
La tercera respuesta que nuestra vida puede dar a resolver nuestro problema de relación es renovar la imagen que hemos venido teniendo de los que debe ser un compañero ideal.
En verdad, mirándolo superficialmente, es difícil encontrar a alguien cuyas fuerzas y debilidades se adapten a las nuestras de manera perfecta. Pero, depende de nosotros el cómo pensemos y actuemos para complementarnos el uno al otro y crear valor de las aparentes fallas de nuestro compañero.
Cuando los ideales y deseos de ambos lados no están balanceados o están confrontados, antes de considerar la relación como condenada al fracaso y romper el compromiso o de apurarnos a terminarla, hay todavía algo que podemos intentar. De hecho, el activar nuestra sabiduría nos hace tomar conciencia del distorsionado retrato que habíamos pintado de nuestro compañero. También podemos emplear las enseñanzas del Budismo de Nichiren Daishonin para obtener una imagen realista, vívida y positiva de la misma persona.
Hay diferentes ángulos desde los cuales podemos reconsiderar nuestra opinión de nuestro compañero y hallar formas de corregir y ajustar las diferencias de ambas partes.
¿Son esos problemas fundamentales para nuestra relación, algo definitivamente insoportable en el largo plazo?, ¿están instalados sin que exista la menor posibilidad de mejora o cambio?, ¿son únicamente responsabilidad de nuestro compañero?, ¿o bien son el producto de nuestra propia mente ilusionada por la función de los Tres Venenos de la codicia, la furia y la estupidez? Y, los que es más importante de todo, ¿poseemos la sabiduría para ver la realidad de estos vínculos como una manifestación de nuestro propio karma, y estamos dispuestos, por tanto, a asumir total responsabilidad?, ¿qué podemos hacer para ayudar a nuestro compañero y dar un giro en nuestra relación?
¿Alguna vez se peguntaron por qué un hombre al que dejaron se convierte en pareja de otra persona? “Los que uno deshecha es el tesoro de otro.”, dice el refrán. Vale decir, el valor de todo es relativo, dependiendo de su vínculo con el medio ambiente y del ángulo desde el cual lo miramos. ¿Significa esto que podemos reconfigurar el patrón de nuestra relación sin necesidad de cambiar de compañero?, ¡Sí!
Y aquí viene la importante cuestión a tener en cuanta y la verdadera tarea de realizar: ¿podemos brindarlo a nuestro compañero espacio para vivir su propia vida en lugar de envolverlo en la estrecha mira de nuestros esquemas mentales?, ¿deseamos aplicar la sabiduría, misericordia y fuerza –nuestra naturaleza de Buda –para transformar en medicina?, ¿recorreremos este nuevo camino, dondequiera que éste nos lleve, con una actitud positiva y crearemos nada más que buenas causas para nuestra relación?, ¿queremos realmente aplicar nuestra sabiduría y misericordia para comprender el punto de vista de nuestro compañero y practicar éste budismo en su nombre para ayudarlo a transformar su karma y erradicar su sufrimiento?
La cuarta respuesta para ayudarnos en nuestra relación es reflexionar acerca de lo que queremos y estar bien preparados para lograrlo. En otras palabras, determinar lo que queremos, así como también determinar que llevaremos a cabo lo que sea necesario para merecerlo.
Los deseos, necesidades y aspiraciones de las personas varían, y los criterios que ella se fijó puede que no coincidan con el de muchas personas। No importa la magnitud de lo que nos propongamos: si hacemos la causa necesaria, recibiremos el correspondiente efecto.

Si hemos venido teniendo dificultades en hallar a nuestro compañero ideal, sabemos que es en nuestro interior donde se encuentran en última instancia las respuestas acerca de cómo alcanzar esta meta.
Lo primero que podemos hacer en nuestras vidas es construirnos a nosotros mismos antes que nada.
Nuestro objetivo mínimo debería comenzar por convertirnos en personas dignas de ser amadas. Y el objetivo final es pulir nuestras vidas de manera que atraigamos a los candidatos ideales como imanes llenos de promisorias retribuciones por habernos confiado sus corazones.
Para alcanzar tales objetivos, en primer lugar y antes que nada es recomendable que comencemos una campaña de daimoku para elevar nuestro estado de vida y hacer emerger nuestra sabiduría.
Según el principio de “unidad de persona y su medio ambiente”, a menos que nos elevemos del nivel en el que nos encontramos ahora, siempre seremos presas del consabido medio ambiente conflictivo y de sucesos perturbadores que no son más que el fiel reflejo de nuestro estado de vida.

PULIENDO NUESTRAS VIDAS HASTA MERECER LA PAREJA IDEAL


Uno de los sufrimientos de crecimiento más grandes por los que la mayoría de nosotros atravesamos es el proceso de hallar a nuestro compañero ideal.
Muchos encuentran esto tan extenuante, tanto emocional como físicamente, que intentan todo lo que se les ocurre para vencer este dolor. Pero a pesar de sus repetidos intentos, no pueden hacer nada para evitar que esto se transforme en algo crónico en sus vidas.
¿Cómo podemos hallar a la persona correcta en el momento correcto, enamorarnos y valorarnos mutuamente al mismo tiempo? El hecho de no saber cómo actuar frente a tantos factores, criterios y variables tan complejas que intervienen en el encuentro de estas dos personas únicas, aún atravesando una interminables frustración y tormento y luchando a través de incansables ensayos y errores, nos deja a la mayor parte de nosotros, cuando menos, desconcertados.
El éxito en la búsqueda de nuestro compañero ideal aparece entonces como una meta muy ardua y difícil de alcanzar. Pareciera que los afortunados son apenas un puñado entre cientos de miles. Pero aún siendo así de escasa la probabilidad, es alta si la comparamos con aquella de encontrar y abrazar el Sutra del Loto. Veamos qué nos dice Nichiren Daishonin acerca de esta posibilidad:
“Así, encontrar este sutra es tan raro como el florecer de la flor de udumbara, que sucede tan sólo cada tres mil años, o comparable a que la tortuga de un solo ojo encuentre flotando un trozo de sándalo, lo cual ocurre sólo una vez en innumerables e interminables kalpas.”
El Daimoku del Sutra del Loto. WND p 143.
¡Atención entonces!, nosotros como practicantes del Budismo de Nichiren que invocamos Nam-Myoho-Rengue-Kyo, nos hemos hecho acreedores al premio máximo.
Nichiren Daishonin continúa diciendo:
“El octavo volumen del Sutra del Loto de la Ley Maravillosa establece que aquél que acepta y propaga el Sutra del Loto disfrutará de inmensa buena fortuna.”
Entonces, no queda duda de que, como practicantes del Sutra del Loto, hemos heredado esta inmensurable y omnisciente buena fortuna. En tanto realicemos las causas correctas, seamos capaces de manifestarla y disfrutarla. De este modo, si aplicamos la estrategia del Sutra del Loto al cuidadoso pulimento de nuestras vidas, ya nos estamos preparando para reclamar esta buena fortuna que está a nuestro nombre. Y entre las diversas clases de buena fortuna, se encuentra aquella de hallar a nuestro compañero ideal, a pesar de que las probabilidades parezcan escasas.
En la misma carta, el Daishonin señala:
“Cuando el Sutra del Loto fue predicado y la luna de la enseñanza teórica apareció en el cielo, primero alcanzaron la iluminación los bodhissatvas de ojos excelentes, luego las personas bizcas de los dos vehículos y, por último, hasta los ojos ciegos de las personas comunes fueron abiertos.”
Así, con nuestros ojos bien abiertos, la puerta de la sabiduría de Buda, esa sabiduría inherente a la vida humana, también fue abierta. Aplicado a nuestro tema, ¿qué clase de problema es este al que no podemos encontrarle una solución y qué clase de laberinto es el asunto amoroso del que no podemos encontrar un camino directo hacia la salida?
El budismo enseña que todos los problemas y sus soluciones provienen desde dentro de nuestras propias vidas. Por lo tanto, si hemos venido teniendo dificultades en hallar a nuestro compañero ideal, sabemos que es en nuestro interior donde se encuentran en última instancia las respuestas acerca de cómo alcanzar esta meta.
Lo primero que podemos hacer en nuestras vidas es construirnos a nosotros mismos antes que nada.
Nuestro objetivo mínimo debería comenzar por convertirnos en personas dignas de ser amadas. Y el objetivo final es pulir nuestras vidas de manera que atraigamos a los candidatos ideales como imanes llenos de promisorias retribuciones por habernos confiado sus corazones.
Para alcanzar tales objetivos, en primer lugar y antes que nada es recomendable que comencemos una campaña de daimoku para elevar nuestro estado de vida y hacer emerger nuestra sabiduría.
Según el principio de “unidad de persona y su medio ambiente”, a menos que nos elevemos del nivel en el que nos encontramos ahora, siempre seremos presas del consabido medio ambiente conflictivo y de sucesos perturbadores que no son más que el fiel reflejo de nuestro estado de vida.
Una serpiente se aparea con otra serpiente, mientras que un ser humano hace pareja con otro ser humano, una persona cuyo estado se vida se encuentra en el Estado de Tranquilidad, normalmente no buscará una relación con otra persona cuyo estado de vida esté permanentemente en Animalidad o Hambre.
En lo que atañe a nuestro compañero ideal, todos tenemos nuestras condiciones y aspiraciones en mente: si somos humildes y conservadores, normalmente buscaremos a alguien que posea un perfil similar al nuestro.
La mayoría tiende a desear a alguien que es o potencialmente será más elevado que uno mismo, tanto en personalidad y habilidades como en logros o aspectos financieros. Como seres humanos, es natural que adornemos, busquemos y admiremos a personas con cualidades mejores que las nuestras.
Si aspiramos a conseguir a alguien con las mejores cualidades posibles como nuestro compañero para toda la vida, la manera segura de lograrlo es desarrollarnos nosotros mismos hasta lograr vivir según los mismo –o aún más elevados –criterios que aquellos que exigimos de ese compañero perfecto. De esta forma, no malgastaremos nuestro tiempo en vano tratando de alcanzar aquello que está fuera de nuestro alcance. En otras palabras, lo mejor es que primero “reparemos y actualicemos” todo nuestro ser de manera tal de merecer el amor de nuestro compañero ideal. Y para alcanzar este objetivo, la revolución humana constituye la clave fundamental.
¿Somos felices y saludables mental y físicamente?, ¿somos personas positivas, con confianza en nosotros mismos, activos, diligentes?, ¿cuánta fuerza tenemos y qué hemos logrado en la vida que merezca el respeto, admiración y aceptación de los demás?, ¿estamos tratando realmente de aplicar todo nuestro esfuerzo en extraer nuestro máximo potencial con el propósito de avanzar?, ¿estamos transformando nuestros defectos en virtudes con las cuales podamos engalanar nuestra vida para que brille más y más aún?, ¿somos esa clase de persona adorable y amigable que nosotros mismos estamos anhelando encontrar y con la cual convivir?
En su “Carta a los Hermanos”, Nichiren Daishonin nos proporciona una vívida descripción de la estrecha relación que existe entre marido y mujer: “Cuando un marido es feliz, su esposa se siente colmada. Cuando un hombre es ladrón, su esposa también termina por serlo. Esto no sólo es un hecho limitado en ésta existencia. El marido y la mujer tienen una relación tan íntima como el cuerpo y la sombra, como la flor y el fruto, como la raíz y las hojas, en cada existencia de la vida. Los insectos se alimentan de los árboles en que viven y los peces beben del agua en que nadan. Si la hierba se marchita, las orquídeas se lamentan; si los pinos crecen frondosos, los robles se regocijan.” - WND, p 501
En otras palabras, dos personas permanecen juntas, comparten sus vidas o experimentan sus karmas combinados juntos, pero no están juntas sólo por producto del azar. Están juntas por razones concretas. Aquellos que poseen buen karma pueden compartir su buena fortuna con aquellas personas que poseen la buena fortuna de disfrutarlo. Aquellos que tienen un profundo y oscuro karma, sólo estarán junto a alguien cuyo destino –o al menos parte de él –sea igualmente oscuro y pesado. Un hombre tierno y afectuoso no calificará para interpretar el papel de marido en la vida de aquella mujer cuyo karma es casarse con un hombre abusivo. En cambio, él corresponderá a una mujer que posea el buen karma de disfrutar el tierno amor de su hombre.
Por lo tanto, su somos los suficientemente sabios, antes de emprender la búsqueda del Sr. o la Sra. Apropiada, erradicaremos nuestro mal karma y crearemos buen karma primero. De esta manera, nos convertiremos en personas de mejor fortuna. Esto nos ahorrará el atravesar por muchos sufrimientos indeseables y evitables.
Una miembro de la División Juvenil Femenina (DJF), inteligente y hermosa, debió sufrir reiteradamente a causa de su karma de relaciones destructivas. Su karma había sido encarnado continuamente por una serie de jóvenes de un perfil muy parecido, que se sucedían en su vida como si fuera una carrera de postas. Cada vez que iniciaba una nueva relación, ella se sentía tan atraída hacia su nueva pareja que rápidamente le entregaba su cuerpo y su corazón, convirtiéndose así en alguien subordinada por completo a ese hombre. Se había brindado fácilmente a aquellos hombres que buscaban conquistas fáciles. Como resultado, ellos no la valoraban, sino que, uno tras otro, la abandonaban cuando el entusiasmo por la novedad se desvanecía.
Obviamente, ninguno de ellos era el hombre con quien se suponía que compartiera su vida, y su karma volvía a tenderle una trampa en el momento preciso a causa de que carecía de sabiduría para distinguir lo bueno de lo malo. Ella no tomaba conciencia de este gran problema de su karma hasta que se esforzó el cuádruple en su daimoku y en las actividades por el Kosen-Rufu.
Entonces fortaleció persistentemente su fe, práctica y estudio con el objetivo de erradicar su karma de relaciones tóxicas, trabajando también así firmemente en su revolución humana. En su caso, tuvo que forzarse dolorosamente a no saltar rápidamente a una nueva relación hasta que no tuvo claro que no había transformado su vida.
Ella ha encontrado por fin su compañero ideal, una persona completamente diferente de aquéllas con quienes se habían relacionado en el pasado. Ahora puede tratarlo con auténtica ternura ya que existe reciprocidad por parte de él, que le retribuye con más amor y cuidados aún. Sin embargo, esto sólo ocurrió a partir de que ella elevó su estado de vida y cambió su óptica hacia los hombres, pudiendo así reconocer y elegir a este afortunado hombre que armoniza perfectamente con ella.
Tres años de práctica diligente, entre lágrimas y experiencias desgarradoras, fueron realmente duros hasta que pudo triunfar en su búsqueda de erradicar el mal karma de las relaciones, pero fue un esfuerzo bien invertido. Si nunca lo hubiera hecho, hoy todavía estaría tropezando y sufriendo a causa del mismo karma, probablemente por el resto de su vida.
La segunda respuesta que nuestra vida puede dar es elegir sabiamente.
No querríamos arriesgar nuestra felicidad atándonos a alguien sólo porque esa persona está disponible para nosotros, ¿verdad? Si lo hacemos, sólo nos cabe esperar un interminable sufrimiento. El sentirse desesperadamente solo, el temor de que no haya otra oportunidad de encontrar a un compañero mejor o el creer que no merecemos a alguien mejor no son motivos suficientes para mecánicamente desvalorizarnos y bajar nuestras expectativas. Es mejor dejar que el corazón continúe anhelando un gran amor que llenar ese doloroso vacío sin criterio alguno.
También aquí, haríamos bien en transformar antes que nada toda esa energía proveniente de la desesperación, el temor y el conflicto interior en combustible que forje nuestro propio desarrollo.
Echemos una mirada a cómo es una armoniosa y sólida unión ante los ojos del Daishonin:
“El hiyoku es un ave de un cuerpo y dos cabezas. Ambos picos alimentan el mismo cuerpo. Los hiboku son peces que poseen un solo ojo. Por eso el macho y la hembra deben permanecer juntos durante toda la vida. El marido y la mujer tendrían que ser así.”
Carta a los Hermanos, WND p 502.
Una relación ideal debería ser recíprocamente nutritiva. Es muy importante que, con nuestro compañero, nos inspiremos y alentemos, respetemos y valoremos, motivemos y fortalezcamos el uno al otro. Que podamos compartir sueños y esperanzas, que abracemos las creencias y el carácter del otro, que juntos vertamos lágrimas frente a la adversidad y que trabajemos como dos en cuerpo pero con una sola mente que posee objetivos comunes. Que nos aseguremos que ambas partes seamos maduras, sinceras, independientes, auténticas, positivas, protectoras y deseosas de mejorar y crecer.
No nos gustaría vernos involucrados con alguien cuya energía es inherentemente destructiva y obstructiva de nuestra felicidad. Si nuestro compañero en perspectiva tiende a ser dominante o a avasallarnos de manera poco razonable y no nos sentimos seguros de nuestra habilidad para amoldarnos con alegría a una personalidad tan fuerte, apliquemos nuestra sabiduría y sentido común para alejarnos de esa relación. Tenemos que estar atentos y no saltar ciegamente hacia una relación predeciblemente condenada y dolorosa desde el mismísimo comienzo.
La tercera respuesta que nuestra vida puede dar a resolver nuestro problema de relación es renovar la imagen que hemos venido teniendo de los que debe ser un compañero ideal.
En verdad, mirándolo superficialmente, es difícil encontrar a alguien cuyas fuerzas y debilidades se adapten a las nuestras de manera perfecta. Pero, depende de nosotros el cómo pensemos y actuemos para complementarnos el uno al otro y crear valor de las aparentes fallas de nuestro compañero.
Cuando los ideales y deseos de ambos lados no están balanceados o están confrontados, antes de considerar la relación como condenada al fracaso y romper el compromiso o de apurarnos a terminarla, hay todavía algo que podemos intentar. De hecho, el activar nuestra sabiduría nos hace tomar conciencia del distorsionado retrato que habíamos pintado de nuestro compañero. También podemos emplear las enseñanzas del Budismo de Nichiren Daishonin para obtener una imagen realista, vívida y positiva de la misma persona.
Hay diferentes ángulos desde los cuales podemos reconsiderar nuestra opinión de nuestro compañero y hallar formas de corregir y ajustar las diferencias de ambas partes.
¿Son esos problemas fundamentales para nuestra relación, algo definitivamente insoportable en el largo plazo?, ¿están instalados sin que exista la menor posibilidad de mejora o cambio?, ¿son únicamente responsabilidad de nuestro compañero?, ¿o bien son el producto de nuestra propia mente ilusionada por la función de los Tres Venenos de la codicia, la furia y la estupidez? Y, los que es más importante de todo, ¿poseemos la sabiduría para ver la realidad de estos vínculos como una manifestación de nuestro propio karma, y estamos dispuestos, por tanto, a asumir total responsabilidad?, ¿qué podemos hacer para ayudar a nuestro compañero y dar un giro en nuestra relación?
¿Alguna vez se peguntaron por qué un hombre al que dejaron se convierte en pareja de otra persona? “Los que uno deshecha es el tesoro de otro.”, dice el refrán. Vale decir, el valor de todo es relativo, dependiendo de su vínculo con el medio ambiente y del ángulo desde el cual lo miramos. ¿Significa esto que podemos reconfigurar el patrón de nuestra relación sin necesidad de cambiar de compañero?, ¡Sí!
Y aquí viene la importante cuestión a tener en cuanta y la verdadera tarea de realizar: ¿podemos brindarlo a nuestro compañero espacio para vivir su propia vida en lugar de envolverlo en la estrecha mira de nuestros esquemas mentales?, ¿deseamos aplicar la sabiduría, misericordia y fuerza –nuestra naturaleza de Buda –para transformar en medicina?, ¿recorreremos este nuevo camino, dondequiera que éste nos lleve, con una actitud positiva y crearemos nada más que buenas causas para nuestra relación?, ¿queremos realmente aplicar nuestra sabiduría y misericordia para comprender el punto de vista de nuestro compañero y practicar éste budismo en su nombre para ayudarlo a transformar su karma y erradicar su sufrimiento?
La cuarta respuesta para ayudarnos en nuestra relación es reflexionar acerca de lo que queremos y estar bien preparados para lograrlo. En otras palabras, determinar lo que queremos, así como también determinar que llevaremos a cabo lo que sea necesario para merecerlo.
Los deseos, necesidades y aspiraciones de las personas varían, y los criterios que ella se fijó puede que no coincidan con el de muchas personas। No importa la magnitud de lo que nos propongamos: si hacemos la causa necesaria, recibiremos el correspondiente efecto.

Si hemos venido teniendo dificultades en hallar a nuestro compañero ideal, sabemos que es en nuestro interior donde se encuentran en última instancia las respuestas acerca de cómo alcanzar esta meta.
Lo primero que podemos hacer en nuestras vidas es construirnos a nosotros mismos antes que nada.
Nuestro objetivo mínimo debería comenzar por convertirnos en personas dignas de ser amadas. Y el objetivo final es pulir nuestras vidas de manera que atraigamos a los candidatos ideales como imanes llenos de promisorias retribuciones por habernos confiado sus corazones.
Para alcanzar tales objetivos, en primer lugar y antes que nada es recomendable que comencemos una campaña de daimoku para elevar nuestro estado de vida y hacer emerger nuestra sabiduría.
Según el principio de “unidad de persona y su medio ambiente”, a menos que nos elevemos del nivel en el que nos encontramos ahora, siempre seremos presas del consabido medio ambiente conflictivo y de sucesos perturbadores que no son más que el fiel reflejo de nuestro estado de vida.

Perspectiva psiquiatra sobre el budismo

Irlanda

Charles y su esposa Justyna
Charles y su esposa Justyna
El sufrimiento puede causar trastornos mentales más graves que los físicos. Una depresión aguda puede generar falta de motivación y esperanza. Tal es así que parte de la labor de los médicos y los terapeutas es infundir esperanza en sus pacientes para que éstos puedan sentir confianza y optimismo en que podrán superar el trastorno anímico, y encarar la vida, la relación familiar y la situación laboral.
Yo trabajo como psiquiatra en un hospital del occidente de Irlanda. Los casos de alteraciones que examino suelen ser similares a los que se observan en cualquier otro lugar del mundo. Las dolencias mentales son semejantes en África, Asia o las Américas. Es algo que puede afectar a cualquier ser humano. La esquizofrenia –o el trastorno bipolar— produce la pérdida de la conciencia de la realidad, e inclusive, hace experimentar delirios de persecución y paranoia. Sin embargo, en la mayoría de los trastornos mentales se pueden aplicar tratamientos de terapia, fármacos y rehabilitación psicosocial, que, contrario a la opinión pública, producen una buena reacción en los pacientes.
Uno de los mayores retos que asumen los profesionales de la salud mental es atender a quienes recurren a ellos con misericordia, compasión y respeto, y sobre todo, brindarles constantemente esperanza, por más que ellos mismos se sientan amilanados tras una intensa jornada. Para mí, la práctica del budismo y la filosofía humanística de Nichiren han sido de gran apoyo. Me convertí al budismo de Nichiren hace veintisiete años, por intermedio de un doctor y un colega, en un momento que, carente de religión y filosofía de vida, había perdido el norte. Tras conocer el budismo, empecé a vivir cada día con renovado ánimo y vitalidad. Me ayudó a manejar mejor la tensión y la presión diarias. El aliento y el apoyo de los miembros de la SGI de mi comunidad, la filosofía budista propugnada por Nichiren y el presidente de la SGI, Daisaku Ikeda, en sus escritos se convirtieron en un importante aliciente de mi vida, y me permitieron avanzar con determinación en mi profesión de psiquiatra dándome el valor de rendir exámenes profesionales.
Al comienzo, temí que el pensamiento budista pudiese presentar contradicciones con la profesión que ejercía. Sin embargo, después me di cuenta de que el budismo era totalmente compatible con mi oficio, el cual consiste en ayudar a otras personas. A mis pacientes, no les hablo de budismo, pero la filosofía budista me sirve en el trabajo y suelo contarles a mis colegas cómo aplico en el trabajo los principios del humanismo expuestos en el budismo. Las modificaciones que he realizado en el tratamiento tras conocer la teoría budista son, por ejemplo, aconsejar a mis pacientes a no mirar hacia atrás demasiado y a no lamentarse del pasado, sino pensar en el “de ahora en adelante”. Instarlos a no dejarse dominar por las emociones y actuar con sentido común y sabiduría. Este método concuerda con la terapia cognitivo conductal desarrollada por el psicólogo estadounidense Aaron Beck. En adición, recomiendo a mis pacientes tratar de afrontar los problemas interpersonales o de familia con tolerancia y compasión. Les digo que deben tener esperanza, que ellos y su situación evolucionarán positivamente. Toda terapia debe efectuarse con respeto hacia cada ser humano.

Charles, su padre Patrick y su perro Homer
A medida que fui informándome sobre el budismo, comprendí que dicha filosofía permite comprender la humanidad y la psicología en un plano profundo y diferente que el que había conocido en el mundo académico de la psiquiatría o la psicología. El abatimiento, la ansiedad y los problemas concomitantes con la ira son fenómenos descritos en la medicina especializada en las enfermedades mentales y también en la doctrina budista, dentro del concepto de los diez estados de la vida, tales como el estado de infierno, el de los animales y el de la ira. Por supuesto, la psiquiatría no hace referencia a los otros siete estados del de las entidades hambrientas, el de los seres humanos, el de los seres celestiales, el de los que escuchan la voz, el de los que toman conciencia de la causa, el de los bodhisattvas y el de los budas. Otro concepto que no describe la psiquiatría es el de los tres venenos. Según el budismo, las personas viven en un estado ilusorio que los hace sufrir debido a que la percepción de la realidad es distorsionada por los tres venenos de la codicia, el odio y la estupidez. La práctica del budismo permite desarrollar los antídotos: sabiduría, valentía, misericordia y vitalidad, y la tan esencial esperanza. La esperanza surge de la convicción de que podremos lograr una mejora fundamental en nuestras vidas (hacer revolución humana) y, a la vez, contribuir a la sociedad y al mundo.
La depresión y la ansiedad son dos de las afecciones anímicas más frecuentes y mayoritarias que observa la psiquiatría. Se calcula que un dieciséis por ciento de la población es susceptible a sufrir una grave depresión en su vida. El porcentaje de afectados por la ansiedad es similar. Esto incluye patologías de corta y larga duración. Uno de los desenlaces más temibles de la depresión aguda es el suicidio. El número de suicidios cometidos por los jóvenes en Europa ha adquirido proporciones epidémicas. En mi país, Irlanda, se produce mayormente entre varones de quince a treinta y cinco años. La tasa se ha triplicado en las últimas tres décadas. Es, además, la forma de muerte más común entre los hombres jóvenes europeos. Las razones del incremento son desconocidas, pero existen teorías que la asocian con el vertiginoso cambio global, la decadencia religiosa y la variación en el rol social del hombre. Es ahí en donde la religión –especialmente el budismo que instila esperanza— puede apoyar a las personas. Otro fenómeno que afecta a grandes números de jóvenes europeos y de otras naciones es el alcoholismo y la drogadicción. El suicidio y el uso excesivo de estupefacientes reflejan la desesperación y la desorientación que experimenta la juventud. El psicoanalista suizo Carl G. Jung opinaba, en El hombre moderno en busca de un alma, que la religión podía incentivar a los pacientes a desarrollar el aspecto espiritual de sus vidas, y manifestó, en ese sentido, expectativas en la filosofía budista.
Recomiendo a quienes sufren de estado anímico depresivo que busquen la ayuda de doctores y profesionales calificados en el tema, ya que existen nuevos métodos prácticos y efectivos que permiten a los que padecen anomalías anímicas –como la esquizofrenia y el trastorno bipolar en las que se aprecian oscilaciones afectivas— llevar vidas normales. Pienso que debemos continuar esforzándonos para evitar que las dolencias mentales sean estigmatizadas y brindar a los pacientes el respeto que se merecen. Para concluir, quisiera compartir palabras del presidente de la SGI, Daisaku Ikeda: “Creo que el budismo expone un enfoque psicológico de suprema esperanza; es una filosofía de vida de esperanza incomparable”.
[Nota: Un artículo relacionado fue publicado en la edición de agosto de 2005 de la revista Daibyakurenge.]