Cada persona es un universo en sí mismo, encierra infinitas posibilidades pero de todas ellas sólo se manifiestan unas pocas. ¿cuáles?.
Se manifiestan las cualidades de nuestro ser en las que creemos o que los demás nos han hecho creer mediante la educación y la influencia social, mientras que negamos, reprimimos, bloqueamos o simplemente no somos conscientes de otras cualidades de nuestro ser que permanecen en un estado latente o inconsciente.
Así tenemos una imagen por lo general bastante parcial de lo que somos, de lo que podemos conseguir y también de nuestras carencias y lo que necesitamos.
En base a esta imagen de lo que somos y sobre todo de lo que necesitamos, establecemos nuestras relaciones con los demás porque al fin y al cabo la vida social está basada en la utilidad, el amor, los servicios y la solidaridad que mutuamente podemos darnos.
Básicamente y aunque parezca tan crudo como tan real y natural, nos acercamos a los demás porque necesitamos algo. Incluso aunque demos, nos acercamos a los demás porque necesitamos expresar nuestro amor; aunque, por desgracia nos solemos acercar a los demás para pedir más que para dar, ya que abundan más las personas que les falta que a las que les sobra.
El misterio, la magia y el desafío de la Vida está basado en ese diálogo continuo entre lo que necesitamos y lo que hacemos para conseguirlo, puesto que cada necesidad supone el desarrollo de habilidades para verla satisfecha.
Así es como aprendemos, crecemos y evolucionamos como personas y sociedad. El éxito de los humanos como especie estuvo en el descubrimiento de que juntos podemos conseguir muchas más cosas que de una forma aislada y, en nuestra memoria más remota y profunda, está grabado con fuego esa necesidad que tenemos de los demás para conseguir nuestras metas.
Imaginate por un momento que cada vez que hubiésemos necesitado algo, sea amor, dinero, objetos o cualquier cosa, alguien hubiese acudido presuroso para dárnoslo sin pedirnos nada a cambio.
¿Qué hubiera pasado?, pues que hubiéramos aprendido muy poco y no sentiríamos la necesidad de esforzarnos y desarrollar nuestras habilidades.
¿Y qué pasa cuando no nos dan lo que necesitamos? pues que podremos cabrearnos un poco al principio, gruñir a quienes nos lo niegan y decir que son poco amorosos y solidarios pero tras esta pérdida de tiempo no nos quedará más remedio que tener que solucionar esa necesidad por nosotros mismos.
Al final, si lo conseguimos es muy posible que sintamos una satisfacción mucho mayor que si nos lo hubieran dado sin más porque tendremos lo que deseábamos y además la certeza de que siempre que queramos podemos conseguirlo por nuestros propios medios.
Si la meta fundamental de la Vida es hacernos evolucionar y crecer como personas, la meta de las relaciones no puede ser ajena a esto y es también la de ayudarnos a conocernos mejor, desarrollar nuestros recursos y crecer como personas.
Y esto es totalmente válido para las relaciones de pareja . La meta material puede ser lograr juntos una vida mejor, dar y que nos den amor, formar una familia y otras muchas cosas pero la meta más profunda y espiritual es la de aprender y conocernos mejor.
Aparte de la relación que mantuvimos con nuestros padres y esa vida familiar donde se forjó nuestra personalidad, es la relación posterior con nuestra pareja la convivencia más importante e intensa que tenemos a lo largo de la vida y si es importante porque sirve mejor que ninguna otra para conocernos, sobre todo, para conocer los ecos y reflejos que llevamos dentro de nuestra vida familiar pasada y de los que puede que no seamos muy conscientes.
La vida de pareja supone una interrelación profunda de las energías de ambas personas y el poner en contacto los universos emocionales de cada uno, haciendo aflorar a la superficie cosas muy profundas que cada cual lleva dentro y de la que no seríamos conscientes de no relacionarnos de esa forma tan íntima e intensa.
CONOCERNOS MEJOR MEDIANTE NUESTRA RELACIÓN CON LOS OTROS ES UNA DE LAS CLAVES DE LA VIDA, pero en la vida social solemos llevar una máscara, una estrategia que protege nuestro yo más profundo y más oculto.
En la vida social solemos proyectar la imagen que nos gustaría que los demás tuviesen de nosotros pero en la vida personal nos manifestamos más tal y como somos en la realidad; por eso, es con nuestra pareja, hijos y familia donde más podemos conocernos.
Por lo tanto, en la pareja es donde más podemos ser conscientes de la diferencia que puede haber entre lo ideal que nos gustaría ser y lo que realmente somos, entre lo que quisiéramos ser y los hábitos emocionales aprendidos en nuestra infancia y que debemos superar quizá.
Por decirlo de otra manera, nuestra relación de pareja sirve como un espejo que nos devuelve la imagen de lo más profundo que hay dentro de nosotros, naturalmente que a la otra persona le sucede lo mismo y esa es la magia y el misterio de las relaciones amorosas.
Si fuéramos conscientes de esto nos daríamos cuenta que entretenernos en juzgar, recriminar y esperar que la otra persona mejore es perder el tiempo y desviarnos de nuestros objetivos más profundos, que son conocernos primero para poder superarnos y mejorar después.
Así, más que estar pendientes de los defectos de nuestra pareja deberíamos darnos cuentas de las respuestas que en nosotros despiertan esos defectos.
No debemos olvidar esto en nuestra relación de pareja y a la hora de abordar los posibles conflictos y dificultades que podamos tener: Más que disgustarte y amargarte con tu amante por aquello que supuestamente ha hecho mal o no te ha dado, por qué no reflexionas sobre esa vulnerabilidad tuya que ha salido al descubierto.
Si te desesperas, gritas, odias o sufres por alguien quizá ese alguien sea el inciador de tus emociones pero el responsable de tu conducta eres tú. Si te muestras lleno de dicha y felicidad por alguien quizá ese alguien sea el inciador pero el responsable de tu dicha y buen ánimo eres tú.
Abordar las crisis de la pareja y de las relaciones en general desde este punto de vista es toda una revolución que puede ayudar mucho y su base filosófica y energética es la siguiente: Normalmente llegamos al mundo del amor y las relaciones como seres que se sienten incompletos.
Nos enamoramos, nos fascina y nos llena de alegría nuestro amante porque pensamos que juntos seremos completos pero este planteamiento es un camino que a la larga lleva a la frustración y lo que es peor, a la exigencia, el disgusto y el desamor porque no es el planteamiento correcto, porque nadie es perfecto ni puede asumir esa responsabilidad tan tremenda y por lo tanto tarde o temprano nos causará frustración.
El planteamiento correcto en la relación de pareja no es que mi amante me va a dar todo lo que necesito para que yo sea alguien completo, cosa por otra parte imposible sino que juntos vamos a aprender más, vamos a ayudarnos mejor y vamos a desplegar más recursos para que cada uno de nosotros, individualmente y de una forma colectiva, seamos más poderosos y más completos.
Esto es muy diferente a lo anterior, ya que en el primer caso mi pareja es responsable de mi felicidad y en el segundo caso asumo que yo soy la única responsable de vivir disgustada o de vivir en plenitud, al margen de lo que hagan los demás.
Quienes viven en pareja poden comenzar a ensayar esta nueva forma de enfocar la relación en la hora de los normales conflictos que suelen darse y más que cabrearse con la actitud presuntamente negativa de tu amante te preguntes "¿que debo de aprender y asumir ante esa actitud negativa de mi amante y que tanto me molesta?" -al margen de lo que la otra persona tenga que aprender, por supuesto-
Quienes no vivan en pareja por haberse separado tras los conflictos pueden ahora imaginar cómo sería una vida de pareja basada en ese compromiso mutuo de crecimiento y de falta de exigencias.
Quienes todavía no han vivido en pareja quizá todo esto te suene un poco raro porque lógicamente estas esperando lo más grande y maravilloso pero si comprendes que lo más grande y maravilloso es crecer y aprender juntos estaran mejor preparados para la magia de ese encuentro.
Con mis mejores deseos de Paz, Fuerza, Gozo y... Amor
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viernes, octubre 29
LA INTELIGENCIA SEXUAL
Hoy todo el mundo conoce el concepto "inteligencia emocional" acuñado hace algunos años para destacar la importancia que tiene el saber manejar las emociones para conseguir una verdadera felicidad e incluso el éxito profesional y social.
Con esto se equilibra un poco un modelo de sociedad donde en lo educativo y lo cultural se ha hecho demasiada incidencia en lo racional descuidando lo emocional.
Recientemente dos psicólogos americanos -Shere Conrad y Michael Milburn- han lanzado un nuevo concepto también muy necesario: la inteligencia sexual, quien mide nuestra capacidad para disfrutar de una sexualidad plena y creativa.
Ni unos ni otros han inventado nada nuevo pues ya la filosofía tántrica propuso hace miles de años la importancia de atender y canalizar creativamente la energía sexual y emocional para la felicidad y liberación personal.
Otro investigador del cerebro, Tony Buzan, afirma que tenemos hasta diez tipos diferentes de inteligencia y que la inteligencia sexual es una especie de súper inteligencia ya que expresa diferentes tipos de inteligencia como la creativa, la personal, la social, la espiritual, la física, la sensorial, la numérica, la espacial y la verbal.
Lo que todo esto deja claro es que nuestro principal órgano sexual está en la mente y no precisamente en los genitales y que lo que ocurre en la cama tiene mucho que ver con lo que pasa por la cabeza de quienes se acuestan en la cama, de su inteligencia sexual.
La inteligencia sexual tiene una gran importancia tanto en la vida de pareja como en nuestra vida social, puesto que mide nuestra capacidad de establecer relaciones creativas y gratificantes con el sexo opuesto.
Por ejemplo: Es una manifestación de la inteligencia sexual saber distinguir cuando nos atrae una persona en concreto, si es realmente amor lo que sentimos, si es una simple atracción sexual, una mera necesidad de no sentirnos solos o incluso una tendencia a compensar otras necesidades reprimidas como cuando se busca en el sexo la sensación de sentirse poderoso y dominar como compensación de complejos de inferioridad ocultos.
Es evidente que tener claras estas cosas puede repercutir muy favorablemente en la relación que establezcamos, en nosotros y en los demás. Otra de sus manifestaciones es la de ser conscientes de las consecuencias positivas o negativas de nuestro comportamiento sexual.
Naturalmente que todos están de acuerdo en que esta inteligencia o habilidad puede ejercitarse y desarrollarse adecuadamente. Todos estos investigadores nos invitan a hacer lúcida o consciente nuestra sexualidad. Los dos psicólogos señalan la importancia que tiene para vivir creativamente una sexualidad verdaderamente plena y que también nos haga crecer, llegar a un conocimiento muy profundo de uno mismo para comprender, conocer y liberar nuestro Yo Sexual Secreto.
Liberarse de falsos mitos y prejuicios
Este camino de autoconocimiento supone irse liberando de todos los mitos, estereotipos y creencias erróneas que deforman una visión auténtica y sana de la sexualidad.
Así, desnudándonos de todos los miedos y también de los deseos aprendidos y que no tienen por qué ser nuestros, nos encontramos con nuestros verdaderos deseos sexuales. Saber afrontarlos creativamente es otra de las cualidades de la inteligencia sexual.
Este proceso de conocerse mejor sexualmente es lo que ellos llaman el descubrimiento de tu Yo Secreto Sexual, algo que has ido construyendo con el tiempo en base a las experiencias pasadas, los primeros encuentros, la educación recibida, etc. Darse cuenta de esto ayuda a desvelar una verdadera naturalidad frente al sexo.
Trabajarse la vida sexual
La sexualidad es algo realmente tan natural que nos parece muy fácil y aunque en realidad lo es todos los encuentros humanos, sean sexuales o no, tienen siempre una profunda complejidad que es necesario trabajárselos para que salgan bien. Darlo todo por sentado en el sexo como en el amor es un camino hacia el desencuentro y la frustración.
Según ambos psicólogos para alcanzar una verdadera plenitud sexual es muy conveniente tanto tener una buena educación sexual como desarrollar actitudes y conductas que requieren autodisciplina y esfuerzo.
Saber abrirse y relacionarse con los demás
Tanto si vives en pareja como si no, tu felicidad sexual depende también de no encerrarte demasiado en ti mismo ni tampoco en tu vida de pareja. Según ellos es necesario saber también abrirse a los demás.
La maravilla del amor y la sexualidad reside precisamente en esa necesidad de abrirnos al otro, de saber compartir, de encontrar placer no solo en el recibir sino también en el dar, en la entrega en suma. Si te encierras en ti mismo te será difícil experimentar amor y placer con tu pareja pero también una pareja demasiado encerrada en sí misma termina también asfixiando su relación y siendo presa de sus propias rutinas.
Por eso las relaciones absorbentes y posesivas están siempre condenadas al fracaso. Una persona abierta a la vida y los demás no sólo encuentra pareja con más facilidad sino que también disfruta más de su pareja.
Una pareja abierta a la vida y los demás de una forma unida, encuentra también más estímulos para su crecimiento personal y como pareja.
No es nuevo que modernas tendencias en la psicología y la sexología coincidan con lo más fundamental de la filosofía tántrica, lo que reafirma la validez de su esencia.
Con esto se equilibra un poco un modelo de sociedad donde en lo educativo y lo cultural se ha hecho demasiada incidencia en lo racional descuidando lo emocional.
Recientemente dos psicólogos americanos -Shere Conrad y Michael Milburn- han lanzado un nuevo concepto también muy necesario: la inteligencia sexual, quien mide nuestra capacidad para disfrutar de una sexualidad plena y creativa.
Ni unos ni otros han inventado nada nuevo pues ya la filosofía tántrica propuso hace miles de años la importancia de atender y canalizar creativamente la energía sexual y emocional para la felicidad y liberación personal.
Otro investigador del cerebro, Tony Buzan, afirma que tenemos hasta diez tipos diferentes de inteligencia y que la inteligencia sexual es una especie de súper inteligencia ya que expresa diferentes tipos de inteligencia como la creativa, la personal, la social, la espiritual, la física, la sensorial, la numérica, la espacial y la verbal.
Lo que todo esto deja claro es que nuestro principal órgano sexual está en la mente y no precisamente en los genitales y que lo que ocurre en la cama tiene mucho que ver con lo que pasa por la cabeza de quienes se acuestan en la cama, de su inteligencia sexual.
La inteligencia sexual tiene una gran importancia tanto en la vida de pareja como en nuestra vida social, puesto que mide nuestra capacidad de establecer relaciones creativas y gratificantes con el sexo opuesto.
Por ejemplo: Es una manifestación de la inteligencia sexual saber distinguir cuando nos atrae una persona en concreto, si es realmente amor lo que sentimos, si es una simple atracción sexual, una mera necesidad de no sentirnos solos o incluso una tendencia a compensar otras necesidades reprimidas como cuando se busca en el sexo la sensación de sentirse poderoso y dominar como compensación de complejos de inferioridad ocultos.
Es evidente que tener claras estas cosas puede repercutir muy favorablemente en la relación que establezcamos, en nosotros y en los demás. Otra de sus manifestaciones es la de ser conscientes de las consecuencias positivas o negativas de nuestro comportamiento sexual.
Naturalmente que todos están de acuerdo en que esta inteligencia o habilidad puede ejercitarse y desarrollarse adecuadamente. Todos estos investigadores nos invitan a hacer lúcida o consciente nuestra sexualidad. Los dos psicólogos señalan la importancia que tiene para vivir creativamente una sexualidad verdaderamente plena y que también nos haga crecer, llegar a un conocimiento muy profundo de uno mismo para comprender, conocer y liberar nuestro Yo Sexual Secreto.
Liberarse de falsos mitos y prejuicios
Este camino de autoconocimiento supone irse liberando de todos los mitos, estereotipos y creencias erróneas que deforman una visión auténtica y sana de la sexualidad.
Así, desnudándonos de todos los miedos y también de los deseos aprendidos y que no tienen por qué ser nuestros, nos encontramos con nuestros verdaderos deseos sexuales. Saber afrontarlos creativamente es otra de las cualidades de la inteligencia sexual.
Este proceso de conocerse mejor sexualmente es lo que ellos llaman el descubrimiento de tu Yo Secreto Sexual, algo que has ido construyendo con el tiempo en base a las experiencias pasadas, los primeros encuentros, la educación recibida, etc. Darse cuenta de esto ayuda a desvelar una verdadera naturalidad frente al sexo.
Trabajarse la vida sexual
La sexualidad es algo realmente tan natural que nos parece muy fácil y aunque en realidad lo es todos los encuentros humanos, sean sexuales o no, tienen siempre una profunda complejidad que es necesario trabajárselos para que salgan bien. Darlo todo por sentado en el sexo como en el amor es un camino hacia el desencuentro y la frustración.
Según ambos psicólogos para alcanzar una verdadera plenitud sexual es muy conveniente tanto tener una buena educación sexual como desarrollar actitudes y conductas que requieren autodisciplina y esfuerzo.
Saber abrirse y relacionarse con los demás
Tanto si vives en pareja como si no, tu felicidad sexual depende también de no encerrarte demasiado en ti mismo ni tampoco en tu vida de pareja. Según ellos es necesario saber también abrirse a los demás.
La maravilla del amor y la sexualidad reside precisamente en esa necesidad de abrirnos al otro, de saber compartir, de encontrar placer no solo en el recibir sino también en el dar, en la entrega en suma. Si te encierras en ti mismo te será difícil experimentar amor y placer con tu pareja pero también una pareja demasiado encerrada en sí misma termina también asfixiando su relación y siendo presa de sus propias rutinas.
Por eso las relaciones absorbentes y posesivas están siempre condenadas al fracaso. Una persona abierta a la vida y los demás no sólo encuentra pareja con más facilidad sino que también disfruta más de su pareja.
Una pareja abierta a la vida y los demás de una forma unida, encuentra también más estímulos para su crecimiento personal y como pareja.
No es nuevo que modernas tendencias en la psicología y la sexología coincidan con lo más fundamental de la filosofía tántrica, lo que reafirma la validez de su esencia.
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