miércoles, febrero 11

El Buda eres tú, el Buda soy yo.

Por Craig Derousse, Los Angeles, CA.

¿Qué es un Buda? De acuerdo con la definición del diccionario Webster, un Buda parecería ser una persona extraordinariamente feliz, aislada de los sufrimientos mundanos de la humanidad. Sin embargo, como nosotros sabemos por los escritos de Nichiren Daishonin, un Buda no tiene nada que ver con aislamiento. Nichiren Daishonin y Shakyamuni, el fundador histórico del budismo, vivieron y practicaron entre sus discípulos y con ellos, "sufrieron lo que tuvieron que sufrir y gozaron lo que tuvieron que gozar".

A pesar de que nosotros podemos entender este punto intelectualmente, ¿realmente lo creemos? o más bien, ¿nos imaginamos un Buda como algún tipo de deidad o como un ser perfecto? ¿Nos imaginamos el logro de la iluminación como un momento mágico en el cual rayos de luz iluminan todo nuestro alrededor mientras nos elevamos de la Tierra en levitación? De cualquier modo, ¿qué es la iluminación? Examinemos los ejemplos de Shakyamuni, de Nichiren Daishonin y de nuestras propias vidas, para encontrar algunas de las respuestas.

Nichiren Daishonin dijo que el significado de la existencia de un Buda puede ser determinado por su comportamiento como ser humano. En el caso de Shakyamuni, el Buda histórico, algunos cuentos han pintado de él una figura romántica: dando la imagen de un joven príncipe que se convierte en un buscador filosófico de la verdad universal. Sin embargo, la verdadera vida de Shakyamuni estuvo llena de adversidades y problemas. Sólo después que pasó una vida entera de dificultades, fue que pudo morir y no precisamente, en un lecho de rosas.

Ni siquiera en sus últimos días, Shakyamuni estuvo inmune a las pérdidas y tristezas. Su comportamiento en esos días finales de adversidad, como en el resto de su vida, nos muestra lo que significa vivir como un Buda. Durante esos últimos días, su lugar de residencia en Shakya, fue invadida por enemigos y virtualmente destruida. En ese mismo tiempo, dos de sus discípulos más cercanos: Shariputra y Maudgalyayana, sus amigos de mayor confianza y, quienes de seguro iban a heredar la responsabilidad de la Orden Budista de Shakyamuni, murieron de una forma sorpresiva. Uno fue asesinado por un Brahmán y el otro murió de repente, de una enfermedad desconocida. Sin embargo, Shakyamuni mantuvo su compostura, continuando su viaje y ayudando a los demás a liberarse de sus sufrimientos.

Shakyamuni estaba ya viejo y débil para este tiempo y sabía que su muerte se estaba acercando. En su último viaje, el cual algunos creen que fue hacia su lugar de residencia, Shakyamuni se detuvo en la casa de uno de sus sinceros seguidores quien preparó una comida a base de hongos para él. Desafortunadamente, los hongos le provocaron terribles consecuencias a Shakyamuni, causándole diarrea y una hemorragia intestinal, síntomas que más tarde le causarían la muerte.

Shakyamuni sabía que una reacción natural humana, iba a ser, culpar al hombre que le había preparado la comida, por eso, antes de morir, advirtió a sus discípulos que no le reclamaran nada, porque la enfermedad que le causaron los hongos, no tenía nada que ver con la sinceridad de esa persona. Y repetidamente enfatizó a sus discípulos, lo insensato que sería tal comportamiento.

Shakyamuni estaba preocupado de que sus seguidores pudieran tener dudas que les llegasen a causar sufrimientos en el futuro, por eso, hasta el último momento, en su lecho de muerte, les preguntaba repetidamente si tenían alguna otra pregunta, brindándoles sus consejos hasta su último suspiro. Aún en medio de su propia incomodidad, luchó por liberar del sufrimiento a los demás ayudándoles a manifestar el poder inherente en sus propias vidas.

Tal como la historia de Shakyamuni, la historia de la vida de Nichiren Daishonin también ilustra el hecho de que un Buda no es un ser trascendental que se ha aislado de las realidades mundanas de la vida, ni es un ser con habilidad sobrenatural. Al contrario, un Buda es el ser más "humano", es una persona muy "real" que, mientras se afianza en la realidad, exhibe una compasión ilimitada y puede crear valor aun en las peores circunstancias. Es un ser humano que experimenta y demuestra los mismos impulsos negativos que cualquiera otra persona y, contrario a la creencia popular, no está interesado en la eliminación de esos impulsos negativos sino más bien en la transformación total de ellos.

Como dijo el primer Director General de la SGI–Reino Unido, Richard Causton: “Cuando comenzamos a revelar nuestra Budeidad, no tenemos que tratar de suprimir o negar nuestros bajos estados de vida, porque nuestra Budeidad, de una forma natural nos permite revelar los aspectos positivos de nuestros otros nueve mundos — de Infierno a Bodisatva — y a crear continuamente, lo mejor para nosotros y para los demás. Por eso es que en el Budismo de Nichiren Daishonin no hay mandamientos ni leyes que regulen la conducta humana. Por ejemplo, cómo vive uno realmente — si uno fuma, bebe o come carne — es asunto enteramente personal. Más bien, el énfasis total está en aprender más y más sobre nuestra propia Budeidad, cómo revelarla y cómo hacerla dominante en nuestras vidas.” (The Buddha in Daily Life [El Buda en la Vida Cotidiana ], p. 76)

En el Budismo de Nichiren no hay exigencias para reprimir categorías de comportamiento al azar. Ni tampoco un concepto de pecado como lo conocemos de la tradición Judío-cristiana, así que no hay lugar para el concepto de culpabilidad. Más bien, hay una creencia profunda en la ineludible ley de la causa y el efecto; la poderosa convicción de que el individuo dirige su propia vida.

Una de las cosas más grande del Budismo de Nichiren Daishonin es que a medida que lo practicamos, desarrollamos la fuerza interior y la lucidez que nos permite deshacernos de los sentimientos de culpabilidad por nuestras debilidades. Aprendemos a dejar atrás las experiencias que han degradado nuestro sentido de auto valoración y desarrollamos la sabiduría para nunca más volver a experimentarlas.

Las raíces de la práctica budista se centran en este tipo de psicología interior y nuestra práctica moderna del Budismo, sigue la tradición de 3000 años atrás, de lograr la felicidad por medio de la auto-reformación. Tal como Shakyamuni, el Buda histórico y Nichiren Daishonin, nosotros luchamos por cambiar nuestro medio ambiente, revolucionando nuestro propio estado de vida. Este proceso de manifestar nuestra naturaleza interna de Buda, o potencial iluminado, es a lo que el segundo presidente de la Soka Gakkai, Josei Toda, llamó la "revolución humana."

La clave más importante para la revolución humana es darnos cuenta que todos nosotros, en el fondo de nuestro ser, somos Budas. Los mortales comunes son, simplemente Budas ilusionados; Budas que tienen que todavía comprender el poder absoluto de sus existencias-su identidad como entidades de Nam-myoho-renge-kyo-

El Daishonin ilustra este punto cuando dice: “Si el corazón de las personas es impuro, la tierra en que viven también es impura. Pero que, si el corazón de las personas es puro, su tierra también lo será. No existen dos tierras que sean una pura y otra impura en sí mismas. La única diferencia yace en el bien o el mal de nuestro corazón. Lo mismo sucede en el caso de un Buda y un hombre común. No se trata de dos entidades separadas. Uno se llama "mortal común" mientras duda de que la Budeidad y su propia vida son una misma cosa; pero una vez que percibe esta verdad, puede llamarse "buda". Hasta un espejo percudido brilla como una gema, si se pule y se lo lustra. Una mente nublada por las ilusiones que se originan en la oscuridad fundamental de la vida es como un espejo percudido, pero, cuando se la pule, se vuelve clara y refleja la iluminación de la verdad inmutable. Haga brotar una fe profunda y pula su espejo día y noche, con ahínco y esmero. ¿Cómo hacerlo? sólo invocando Nam-myoho-renge-kyo, pues la invocación es, en sí, el acto de pulir. “ (Los escritos principales de Nichiren Daishonin, vol. 1, págs. 4-5).(MW-vol 1, págs. 4-5).

Esta "verdad inmutable" a la que el Daishonin se refiere es, que nosotros, todos, somos Budas en el fondo de nuestro ser. Pero, ¿en realidad lo creemos? Habiendo crecido en una cultura Judío-cristiana, hemos reemplazado, por lo menos subconscientemente, la idea de Dios con la de un Buda; hemos reemplazado los modelos cristianos de religión, con el Budismo; hemos confundido la Budeidad con la Santidad.

Mientras la Santidad es un estado de infalibilidad y perfección, el estado de la Budeidad es de humildad y humanidad. Mientras la Santidad es un estado al que los humanos nunca pueden ascender, la Budeidad es inherente en nuestras vidas, esperando que nosotros la manifestemos.

Las enseñanzas Budistas no son revelaciones divinas; las enseñanzas Budistas son los consejos sabios y las experiencias de seres humanos que han revelado su gran poder interno; el poder de transformar todos los sufrimientos en júbilo y nos enseñan a todos nosotros a hacer lo mismo.

Las creencias religiosas de nuestras familias aunque nosotros no las hayamos practicado, pueden haber creado un sistema de creencias internas; una vocecita de detrás de nuestras mentes que nos dice que nunca podremos llegar a ser un "Buda," tal como nunca podremos llegar a ser "Dios" en otras religiones.

Podemos haber divinizado, involuntariamente, nuestra imagen mental de Shakyamuni o del Daishonin. Si nosotros divinizamos, aunque sea un poco, el concepto de Buda, se nos hace muy fácil divinizar a la gente que ponemos entre nosotros y el Buda, como los líderes Budistas, por ejemplo. Se nos hace fácil buscar la seguridad fuera de nosotros. Se nos hace fácil olvidar que en el Budismo todos somos iguales.

En lo profundo de nuestra historia cultural está la estructura romana de organización religiosa. A medida que la iglesia romana ganaba influencia y se vino entrelazando con la política, los líderes de las iglesias establecieron su organización con el mismo modelo feudal de la Europa medieval. Los obispos eran como príncipes reales y los sacerdotes eran caballeros reales, manteniendo un sistema espiritual que era una réplica del patrón de las jerarquías seculares feudales. Los practicantes comunes, por eso, estaban en el extremo inferior de la escala, tanto política como religiosamente, muy parecido a la sociedad feudal en los tiempos del Daishonin.

Los líderes religiosos empezaron a prestarse la autoridad de Dios y a usarla para subyugar a la gente común. Como resultado, la Santa Palabra de Dios, se convirtió en la Santa Palabra de quien la estaba profiriendo a los que estaban abajo en la escalera religiosa. Hoy en día, ya sea publicamente o imperceptiblemente, muchas religiones todavía afirman el rol importante que los sacerdotes juegan en la salvación de la gente; poniendo al sacerdocio entre Dios y los creyentes comunes.

Un punto interesante son los períodos de la política japonesa y la historia religiosa, los cuales son marcadamente similares. Muchos de los seguidores del Daishonin, sin duda, tuvieron dificultades para creer que sus vidas eran tan valiosas como las de sus amos, y mucho menos, que ellos podían verdaderamente alcanzar la Budeidad. Actualmente, en el Japón, la herencia de una jerarquía estricta todavía existe en la sociedad.

En realidad Shakyamuni y Nichiren Daishonin expusieron sus enseñanzas con la explícita intención de habilitar al individuo para que viva seguro de sí mismo. El propósito del Budismo no es crear un rebaño de ovejas. El propósito del Budismo es crear una reunión de reinas y reyes leones. La Soka Gakkai es lugar de reunión para individuos independientes—-de buenos amigos tratando de ayudarse unos a otros a revelar la Budeidad inherente en sus vidas.

De hecho, en la superficie, siempre habrá diferencias entre todos nosotros. Después de todo, que entonemos Nam-myoho-renge-kyo, no quiere decir que vamos a ser otra Tina Turner. Pero, como Tina o cualquier otra persona que admiremos, porque entonamos Nam-myoho-renge-kyo, podemos manifestar el poder de nuestra propia y única personalidad para cumplir nuestra misión individual.

En resumen, la Budeidad no es lugar de destino pre-concebido. La Budeidad es un vehículo, es un proceso. El presidente de la SGI, describió recientemente la Budeidad, en esta forma: “Alcanzar la iluminación significa que hemos entrado tranquilamente al sendero o la órbita de la Budeidad. La Tierra tiene su propio curso, girando alrededor del sol. Y lo mismo el sistema solar. Todo, en el cosmos, gira alrededor de su propio curso, produciendo una armonía exquisita. En el cosmos, también existen los senderos de los diez mundos, que incluyen el sendero de la Budeidad. Alcanzar la iluminación significa, entrar en la órbita suprema de la Budeidad inherente en el cosmos. [Eso] significa, establecer firmemente, la fe necesaria para continuar avanzando sobre el sendero de una felicidad absoluta e ilimitada, sin fin. Para entrar en la órbita de la Budeidad, tenemos que abordar el cohete que viaja en dirección de la propagación de la Ley Mística. Este cohete de kosen-rufu es la SGI.... Por medio de nuestras actividades, logramos entrar, naturalmente, en la órbita fundamental de la [Budeidad]. Así es como, nosotros, la Persona y la Ley [de Myoho], llegamos a concordar en perfecta armonía.” (World Tribune, 5 de abril de 1996, pág. 11)

En otras palabras, la Budeidad es el arte de vivir jubilosamente cada día, comprendiendo la Ley Mística de Nam-myoho-renge-kyo. Es el estado de vida en el cual, todo sirve como un catalizador para nuestra felicidad.

En nuestro viaje hacia tan amplia condición de vida, la carta del Daishonin titulada "Sobre la Torre del Tesoro," nos puede servir como guía, cuando dice: "Usted, Abutsubo, es un Buda verdadero, dotado de las tres propiedades iluminadas. Usted debe entonar Nam-myoho-renge-kyo con esta convicción." (MW-1, 30)