jueves, noviembre 12

No necesitas usar anteojos

Se sabe que si no utilizamos nuestros músculos por mucho tiempo, entonces se pondrán débiles. Un ejemplo perfecto es una lesión severa, como el hueso quebrado de una pierna, la cual deberá permanecer inmóvil durante algún tiempo para que el hueso pueda curarse.
Entretanto, los músculos no estarán activos y se pondrán débiles. El mismo problema existe con nuestros ojos. Órgano que no se usa, se atrofia.
Si usted usa lentes, como mucha gente, y no hace ejercicios para los ojos, su visión lentamente disminuirá, y esto es algo que también “se sabe”: usar lentes disminuye la visión. Pero es porque nadie nos enseña que la visión SI se puede recuperar!
Y la mayoría de los oftalmólogos no nos dicen que los músculos de los ojos necesitan fortalecerse como cualquier otro musculo del cuerpo, y que ejercitándolos diariamente podemos recuperar la visión.
Durante el tiempo que se necesite para reponer la visión, debería considerar las siguientes directrices:
1- Evite forzar la vista y cierre los ojos cada 2 a 3 horas durante algunos minutos.
2- Haga gimnasia para ojos como verá en la foto continuación, debe seguir las líneas con la mirada.
3- Reduzca la frecuencia con la cual usa los lentes.
4- Implementa un masaje diario sobre los siguientes puntos en la image
Aplique una leve presión sobre el ojo con las puntas de su índice y el dedo del medio. No haga tanta fuerza para que el ojo le duela. Después presione la misma parte con su índice dos veces. Tener presente que es una leve presión, en ningún caso se debe llegar al dolor.
5- Trate de hacer el esfuerzo de mirar a la distancia cuando se encuentre fuera de su hogar.
6- Consuma jugo de zanahorias con un par de gotas de aceite de oliva diariamente.
7- Enjuague sus ojos con agua tibia.
8- Evite el uso de computadoras o monitores dos horas antes de que vaya a dormir.
9- Practique el ejercicio “Trataka” proveniente del Yoga, para estabilizar su visión :
Una mirada centrada y directa es una forma de meditación que dirige la concentración a un punto especifico (un objeto pequeño, la luz de una llama, un punto oscuro) para crear concentración, fortalecer al vista y estimular el tercer ojo. Este ejercicio se llama Trataka.
En la primera etapa del ejercicio, deberá concentrarse en una imagen o algún objeto y fijar la mirada por algún tiempo, sin olvidar el fin que desea alcanzar, permanecer concentrado sobre la imagen sin retener ningún pensamiento.
Si le comienzan a salir lágrimas, cierre los ojos y deje que descansen. El fin de este ejercicio es aguantar tanto como pueda antes de que los ojos comiencen a generar lágrimas.

lunes, noviembre 9

Te amé. Déjame en paz.

¿Para qué regresan las personas a las que amamos antes y de las que luego nos separamos, sin importar de quién fue la iniciativa? ¿Para qué? La persona que hace uno o cinco años rompió tu corazón, que te dejó llorando, a la que odiabas o a la que ya perdonaste, a la que todavía no has podido olvidar incluso si ya no duele. No duele pero te dejó una cicatriz profunda. ¿Por qué esa persona regresa? Una vez al mes o en seis meses, se quiere comunicar contigo. Un mensaje de texto, un correo electrónico, una llamada. Sólo quiere preguntarte cómo estás, presumir algún otro éxito, invitarte al cine o acostarse contigo para luego mandarte al diablo de nuevo.

Ya no puedo más, es un círculo vicioso. No soy sólo yo la que sufre: él ya está casado, yo también me casé, me divorcié y me volví a casar. Todas las palabras hirientes se han dicho, ya nos disculpamos también. Y ya desde hace mucho tiempo esa persona me es indiferente pero todavía me duele. Todo se resume a esta contradicción:desde hace tiempo no siento nada por él pero todavía me duele.
¿No te convence? Pero es precisamente lo que siento. Cuando nos enamoramos, abrimos una puerta que lleva directamente a nuestro corazón; es un canal que ya no podremos bloquear. Y cada “ex“ siente esto perfectamente bien; el mío de vez en cuando marca mi número para preguntarme: ”¿Quieres ir al cine?“. Y le respondo: “No. no quiero ir al cine. Quería vivir contigo medio siglo, tener un hijo que se pareciera a ti y morir el mismo día contigo. Y al cine no, no quiero ir”. Bueno, en realidad sólo le respondo la primera frase, lo demás queda en mi mente. Pero sólo le interesa saber una cosa, siempre me llama para preguntar: ”¿Me amaste?“. Y le respondo que sí. Sí, desgraciado; sí te amé.
Ya hace mucho tiempo que no siento nada por él pero todavía me duele. Después de cada llamada suya necesito hacer una limpieza en mi corazón. No sé qué es lo que tenemos que hacer para que nuestros ”ex" no regresen, para que dejen de atormentarnos. Puedes hablarle tranquila, sin gritar, o simplemente no contestarle el teléfono. Pero en cualquier reacción tuya (incluso si lo ignoras) de todas maneras escuchará la afirmativa respuesta a su pregunta “¿me amaste?”. Sólo me dejan en paz aquellos a los que no amé. Más bien, me llaman pero no les doy importancia. Sólo se me ocurre una solución, y no es que me guste mucho. ¿Tal vez debería empezar a mandarle mensajes de texto yo? Una vez al mes, no cuesta nada, al cabo mi tranquilidad vale mucho más: “Te amé. Déjame en paz”.